lunes, 21 de julio de 2008

¿Hablar, pensar o besar?


La luz tenue describía difusamente ambos cuerpos, sentados frente a frente sobre la cama, a Carla se le aclaraban los ojos calipso en la oscuridad y resaltaban fulgentes en medio de la habitación, se dibujaba su figura de perfección en torno a un brazo fuerte que la estrechaba, Elias contorneaba su cintura y de paso acariciaba su largo cabello recogido en una trenza descuidada, se notaba en sus manos un cierto temblor recurrente, el frío quizás se apoderaba del desvelo o los nervios frente a sus labios surgían efecto inmediato cuando Carla revoloteaba coquetamente un par de palabras. Justamente palabras; estaban ahí reunidos hace casi tres horas intentando hilar palabras, se acercaban cada quince minutos un par de centímetros con la excusa inocente de poder hablar más bajito, pero de conversaciones no se oía nada, ninguno de los dos articulaba ni un gesto, apenas pestañeaban cuando ya los ojos desesperados se lo pedían, estaban ahí mirándose simplemente, confundidos en la soledad, atrapados tibiamente por el rumor de sus corazones latiendo a prisa. Pero sus pensamientos sin duda se encontraban abrazados y en común acuerdo en torno a lo que sentían, no vacilaban en ellos ni un segundo, en asegurar que estaban ahí para amarse y querían gritarse mutuamente cuánto y cómo era lo que les sucedía. Sin embargo, ese acuerdo de almas no se manifestaba en el aire, ambos respiraban el mismo, ahora que estaban tan cerca; el paso que ahora seguía se les revelaba como una adivinanza infantil ante sus ojos, Elias buscaba algo que no conocía, una gran fortuna o un tesoro debió ser porque las ansias en su mirada apenas le permitían pensar, al igual que Carla avanzaba su cuerpo lentamente hacia adelante y poco a poco reclinaron sus cabezas hacia la derecha, quizás pretendían no chocar, o que al estrellarse se tornara todo en un accidente menos violento y más dulce o de algodón, sus ojos titubeaban entre el iris del amigo y los labios del amante y entre tanta indecisión la mejor salida era cerrarlos, evitaron el accidente al frenar los impulsos en el segundo preciso y acercarse luego para compartir las mismas palabras que habían esperado tanto tiempo, pero esta vez en silencio y saboreando un pez que nada dentro de sus bocas.

sábado, 19 de julio de 2008

Anfetaminas molida y verguenza en la cama; no deja pensar.



De pronto me di vuelta en la cama y estaba él, inmaculado frente a mis ojos, durmiendo en la confianza de una caricia, reposando el corazón que seguramente agito con fuerzas durante la noche. Yo por mi parte, recordaba tristemente sólo algunos paisajes de nuestro afortunado encuentro, un par de besos y quizás algunas palabras abstrusas. Ahora me dedicaría a mirar el amanecer por la ventana que lo advertía difusamente, quizás porque la cortina se interponía entre la gloria del día y mis ansias que acentuaban el dolor constante de cabeza, las anfetaminas habían hecho su efecto y también me habían regalado una noche de placer que no recordaba. El frío de la madrugada repercutia en mi piel descubierta y se me hacia tan difícil abrazarlo en este momento, cuando ya estaba consiente, cuando mi pasaporte de amistad había sido transgredido y no importaba a estas alturas si habíamos pisoteado un juramento. Él continuaba tendido en la cama con los ojos cerrados y mi sueño ya se había esfumado al igual que el efecto de las drogas, me estreche contra su pecho, para que al menos estás ultimas horas de vigilia acudieran a mi vida en un pasar tranquilo, la tormenta se avecinaba, acababa de perder a mi mejor amigo, mi nuevo nombre quizás sería amante y mi pudor lo trague en un sinsabor de narcóticos, me abrace a su pecho confiada en la calma, pero el despertó tranquilo, -Estás fría- dijo y me beso en la mejilla. Ojalá algún día descubra que ocurrió anoche...

jueves, 17 de julio de 2008

Usted no diga ¡Te quiero!

El amor es más bien un intento de definición exacta para un huracán de sensaciones que se mezclan a veces sin motivo, generalmente las preguntas frente al amor parten por preguntar qué es, pero no muy a menudo pensamos en ¿qué siento yo cuando amo?, primero debemos localizar dónde es que sentimos aquello, poéticamente diríamos en el corazón o en el alma, es cierto que sentimos una suerte de estremecimiento en el pecho o un cosquilleo en el estomago cuando comenzamos a probar el amor, pero las coordenadas en el cuerpo no existen, ni menos el mismo lugar para seres diferentes, por otra parte deberíamos cuantificar el amor, cuánto siento o más específicamente cuánto amo, a veces escuchamos un te quiero o un te amo, más aun te quiero mucho, pero eso es independiente para cada uno y lo relacionamos sin duda con el historial de vida personal, si nunca he amado, no puedo antes de eso saber, si a otra persona la quiero más que o menos que (...), podríamos construir una escala para medir el amor, pero sería sin duda tan subjetiva como algún intento de una medición del dolor, ambos no son muy diferentes, ni menos complejo uno que otro. Ahora bien, volvemos a nuestra disyuntiva inicial, el amor es un enigma, y en el convergen una serie de factores personales y otros comunes, dentro de los personales por ejemplo nos encontramos con personas que simplemente se les hace muy difícil amar, el egoísmo y la personalidad extremadamente autodidacta es a veces un obstáculo muy importante a la hora de amar, no tan sólo el sentimiento en sí como pareja, si no que el amor que se puede expresar indistintamente a cualquier persona o así también un objeto, entramos en el ámbito del fetichismo o el culto a figuras, entre otros. Dentro de los factores comunes incide directamente el espacio social en el que se desarrollan las emociones, ordinariamente, los sectores socio económicos altos tienden a establecer relaciones interpersonales fuertes y grandes redes de apoyo, algo que también se repite en los sectores bajos, por otro lado, los estratos medios carecen de estas relaciones afectivas o lazos seguros, principalmente por la diversidad de personas que se encuentran en él. El amor en diferentes grados puede significar empatía, buscamos entender qué ama quien nosotros amamos, lo que generalmente resulta en una búsqueda fallida, tal como debo reconocer está resultando la respuesta a esta pregunta, también el amor debe ser transferible, pero la única forma de hacerlo sin duda terminan siendo los hechos, un beso, un abrazo o la forma que cada uno elija, lo que también es subjetivo, diferentes culturas demuestran y permiten diferentes formas de expresión de afectos.
Por lo tanto, concluimos que el amor no es localizable, cuantificable, ni tampoco es comunicable, pero lo más importante, no podemos descubrir que sentimos cuando amamos, ya que simplemente el amor no es un sentimiento, es un estado, un sentimiento es la alegría y nosotros no podemos estar las 24 horas del día alegres, pero si podemos estar enamorados por un lapso de tiempo incluso mayor, a veces se le llama encantamiento, pero terminar de argumentar esta gran mentira le llamaremos a este estado amor; volviendo a lo anterior, el amor no existe, nosotros creemos que existe, es imposible que habiendo millones de seres vivientes en el mundo, el humano sea el único con tal capacidad, el amor es pura epistemología empírica, nada más que una mera invención de nuestra mente. En este momento las preguntas deben ser aún más existenciales, cómo eso que nos hace tan desdichados o tan felices no va a existir, pues bien, si alguien lo comprueba cedo orgullosamente esta postura, por ahora, deberíamos conformarnos con el principio de amar y ser amado y entender que amar es entregar.

martes, 15 de julio de 2008

Recomenzar



Sólo basta una palabra para deshacerlo todo y recomenzar, escribir nuevamente el camino de orgullo y sensaciones que construimos a diario, borrar con una mirada los errores o perdonar simplemente con la frente en alto, con el corazón abierto, para volver a empezar, dejar atrás toda huella sin sentido de rencores, sólo despertando con un beso es como puedo levantarme sin dudar, no necesito más que un minuto de ira para comprender que la molestia de alejarte se convierte en ingente peligro para mi alma, sólo basta una palabra, botemos el orgullo y comenzamos por amar a la antigua, con los ojos cerrados, no veo yo como tu me engañas y seré sumisa y obediente mujer del siglo pasado, aunque me destrozaras el corazón, sólo basta una palabras, tu deshaces nuestra vida y yo me encargo de tejerla de nuevo y recomenzar.

viernes, 11 de julio de 2008

Sobre pensar



¿Cómo puede el cerebro humano ahogarse entre las disyuntivas solo por amar?, a veces creo que es mentira que podemos razonar, más aun a veces pienso que sería mejor vivir sin cavilar. Pero es necesaria la angustia, como es necesario el dolor, sin angustia no podría diferenciar entre dicha o soledad, sin dolor no podría distinguir entre llorar sonrisas o lamentar aflicción. ¿Cómo puedo en un minuto tejer tantas dudas? he pasado de la seguridad de quererle con el alma y el corazón, de sentir cosquilleos constantes y absolutos, de reírme sin motivo más que tenerlo al frente a despreciar su modo arrogante de quererme, su egocentrismo, usurpando de los motivos de lo que siento. En instantes he saltado al vació y en el camino de muerte he vuelto a volar, en el error desangrante de querer marcharme he sanado las heridas para recomenzar, de un momento a otro he cedido mi dignidad y en otro minuto la he recuperado o me he dedicado a humillar, ahora el tiempo se encarga fielmente de hacerme pensar, cuando desea que construya la decisión perfecta entre seguir o abandonar. Ahora mismo es cuando pienso en que no debería pensar, cuando comienzo a pronunciar mi retirada oficial, es cuando la amnesia temporal se apodera con perfección de mi razón y me obliga a titubear, a olvidar la construcción de una frase coherente y con sentido y simplemente manipulada por el corazón, sin más pensamientos ni precauciones lanzó un ingente te amo al viento para vos.

martes, 8 de julio de 2008

No era necesario referirse en esos términos a ella, tu Magnolia sabias perfectamente que tu marido ya hace mucho que no te amaba como antes, solo basta con intentar recordar la ultima vez que hicieron otra cosa aparte de dormir juntos en una cama, que por lo demás, fue un intento fallido, esas curvas no son las de antes y a pesar de que a tus cuarenta años sigas deseosa de amarlo a él, Eduardo ya ha encontrado un amor puro que no tiene más expectativas a su lado que tan solo quererlo, Eduardo se ha vuelto desvergonzado, se ha convertido en un infiel lamentablemente enamorado, de esos que no se encuentran muy a menudo, él siempre ha sido un hombre seductor y así como lo fue contigo, lo ha sido con ella. Pero ella tiene veinte años menos, no es mínimo, ella le hace latir el corazón como tu nunca lo hiciste, ¿o es que ya no recuerdas que la primera vez que lo viste fue sobre ti en un cama? y luego en el altar, cuando en tu vientre se regocijaba una criatura. Magnolia, querida Magnolia, déjalo vivir, si esta vez se enamoro, pues contigo nunca lo hizo y solo se ato a la decencia, déjalo que se vaya, no vas a querer saborear la frescura de los labios de su amante, no vas a querer comparar tus arrugas con su piel de seda y su cuerpo de flor, Magnolia déjalo ir, volvió a los dieciséis y ahora es feliz. Tu mientras piensa cual fue el error y procura no insultarla, que eso de puta no le queda bien, y a él tampoco le sienta eso de maricón que estás pensando, simplemente se enamoraron y la que sobra ahora eres tú.

lunes, 7 de julio de 2008

Síndrome de Estocolmo




No recuerdo hace cuanto tiempo estoy aquí, al aire libre y respirando, sobreviviendo y con los ojos bien abiertos, pero encerrada, no entre cuatro paredes, sino que encerrada en un circulo de brazos con candados y una línea de miedo, no recuerdo muy bien el rostro de mi madre, hace más de diez años que vivo secuestrada y sin saber del mundo más que gira y gira cada vez más rápido, estoy segura que si viera su cara la recordaría en un instante, pero me he acostumbrado a mirar solo diariamente a mis captores, son cuatro hombres y una mujer que realmente no lo parece. Está Luis, alguna vez en el quise rescatar un símbolo de piedad, pero nació para esto, está entrenado para obedecer a esa mujer que también lo secuestro cuando tenía quizás la misma edad que yo, el problema es que el no lo recuerda y agita su adrenalina impidiéndome el paso a la vida y disfruta haciéndolo. Marcela, esa mujer, debe tener unos cuarenta años, pero su fuga constante de la ley ha hecho que los surcos de su cara se endurezcan y ha extinguido la mirada de madre que alguna vez intente ver en ella, los otros dos chicos, son sus hijos, hombres maduros, pero tan frágiles como el viento, algo sumisos, quizás por no tener un padre, aunque una vez escuche a Marcela decir que Cristóbal, el menor, probablemente es hijo de Luis. El otro hijo es Tomás, y no sé si será un amor contagioso o dos corazones que laten normalmente, pero me enamore de él, ya hace unos años y lo extraño es que el también está enamorado de mí, o al menos eso me dicen sus labios y sus ojos, pero por sobre todo sus manos y su cuerpo, que no duda en hacerme suya cada vez que le sonrió intencionalmente. La verdad es que de él quería hablar precisamente, anoche llegamos en avión a esta ciudad, no sé como se llama, pero a juzgar por el calor que hace debe ser un lugar de centroamérica. En el aeropuerto me quede mucho rato mirando unos libros, me llamo la atención un escritor; Pedro Lemembel, no lo conozco, pero me gustaría tener uno de sus libros, desde que vivo cautiva sólo me dedico a leer, pero Marcela tiene libros muy malos. Ella me regaño por mi retraso en la vitrina de la librería, pero Tomás se encargo de calmarla y con sus ojos complices me tomo de la mano y me llevo fuera del lugar, era una noche que casi tenía sabor a canela, un par de luces encendidas en la playa que se veía al horizonte me sugirieron que era bastante tarde, el abrazado a mi cintura dijo: -Es la primera vez que estamos libres, en la inmensidad de la noche, si suelto tu cintura puedes correr, hazlo tan rápido como puedas. Yo por mi parte escapare en la otra dirección-. Me quede pasmada, intentando encontrar sus ojos en la oscuridad infinita y advirtiendo que sus manos comenzaban a salir del encadenamiento que hizo a mi al rededor, quise besarlo, quise correr y gritar, todo en un segundo, pero ahí continuaba yo pasmada y con los hombros caídos, mientras Tomás ya había echado a correr y se perdía en un suspiro nocturno. De pronto una abofetada de ideas me despertó no muy sutilmente y sentí como se apretaba mi estómago, cuando asumía mi libertad e intentaba mover los pies del piso para correr, pero solo voltee mi cuerpo en la dirección de Tomás y grité: -¡Te amo!-tan fuerte como pude, pero el no se había alejado lo suficiente como para no escuchar el rumor de mis sentimientos y en el momento en que se posaba bajo un farol de luz amarillenta giró hacía mi, y esos 180º de dicha comenzaron a avanzar en un segundo, miré hacía la playa y alcance a distinguir la espuma blanca de las olas, mire el cielo y la luna se abría paso entre las nubes que estorbaban, la noche se volvía más clara y de un momento a otro mi cuerpo se derretía otra vez entre esos brazos que amarrados a mi cintura ahora además se agitaban cansados, atragantados de confusión e impulsados a confirmar que seguíamos cautivos, pero ahora presas de un beso ingente, victimas de un delito que no se paga, pero se vive. Quizás tomemos un avión y viajemos a Estocolmo, un libro me dijo una vez que ahí encontraría respuesta a este amor enfermizo.