No recuerdo hace cuanto tiempo estoy aquí, al aire libre y respirando, sobreviviendo y con los ojos bien abiertos, pero encerrada, no entre cuatro paredes, sino que encerrada en un circulo de brazos con candados y una línea de miedo, no recuerdo muy bien el rostro de mi madre, hace más de diez años que vivo secuestrada y sin saber del mundo más que gira y gira cada vez más rápido, estoy segura que si viera su cara la recordaría en un instante, pero me he acostumbrado a mirar solo diariamente a mis captores, son cuatro hombres y una mujer que realmente no lo parece. Está Luis, alguna vez en el quise rescatar un símbolo de piedad, pero nació para esto, está entrenado para obedecer a esa mujer que también lo secuestro cuando tenía quizás la misma edad que yo, el problema es que el no lo recuerda y agita su adrenalina impidiéndome el paso a la vida y disfruta haciéndolo. Marcela, esa mujer, debe tener unos cuarenta años, pero su fuga constante de la ley ha hecho que los surcos de su cara se endurezcan y ha extinguido la mirada de madre que alguna vez intente ver en ella, los otros dos chicos, son sus hijos, hombres maduros, pero tan frágiles como el viento, algo sumisos, quizás por no tener un padre, aunque una vez escuche a Marcela decir que Cristóbal, el menor, probablemente es hijo de Luis. El otro hijo es Tomás, y no sé si será un amor contagioso o dos corazones que laten normalmente, pero me enamore de él, ya hace unos años y lo extraño es que el también está enamorado de mí, o al menos eso me dicen sus labios y sus ojos, pero por sobre todo sus manos y su cuerpo, que no duda en hacerme suya cada vez que le sonrió intencionalmente. La verdad es que de él quería hablar precisamente, anoche llegamos en avión a esta ciudad, no sé como se llama, pero a juzgar por el calor que hace debe ser un lugar de centroamérica. En el aeropuerto me quede mucho rato mirando unos libros, me llamo la atención un escritor; Pedro Lemembel, no lo conozco, pero me gustaría tener uno de sus libros, desde que vivo cautiva sólo me dedico a leer, pero Marcela tiene libros muy malos. Ella me regaño por mi retraso en la vitrina de la librería, pero Tomás se encargo de calmarla y con sus ojos complices me tomo de la mano y me llevo fuera del lugar, era una noche que casi tenía sabor a canela, un par de luces encendidas en la playa que se veía al horizonte me sugirieron que era bastante tarde, el abrazado a mi cintura dijo: -Es la primera vez que estamos libres, en la inmensidad de la noche, si suelto tu cintura puedes correr, hazlo tan rápido como puedas. Yo por mi parte escapare en la otra dirección-. Me quede pasmada, intentando encontrar sus ojos en la oscuridad infinita y advirtiendo que sus manos comenzaban a salir del encadenamiento que hizo a mi al rededor, quise besarlo, quise correr y gritar, todo en un segundo, pero ahí continuaba yo pasmada y con los hombros caídos, mientras Tomás ya había echado a correr y se perdía en un suspiro nocturno. De pronto una abofetada de ideas me despertó no muy sutilmente y sentí como se apretaba mi estómago, cuando asumía mi libertad e intentaba mover los pies del piso para correr, pero solo voltee mi cuerpo en la dirección de Tomás y grité: -¡Te amo!-tan fuerte como pude, pero el no se había alejado lo suficiente como para no escuchar el rumor de mis sentimientos y en el momento en que se posaba bajo un farol de luz amarillenta giró hacía mi, y esos 180º de dicha comenzaron a avanzar en un segundo, miré hacía la playa y alcance a distinguir la espuma blanca de las olas, mire el cielo y la luna se abría paso entre las nubes que estorbaban, la noche se volvía más clara y de un momento a otro mi cuerpo se derretía otra vez entre esos brazos que amarrados a mi cintura ahora además se agitaban cansados, atragantados de confusión e impulsados a confirmar que seguíamos cautivos, pero ahora presas de un beso ingente, victimas de un delito que no se paga, pero se vive. Quizás tomemos un avión y viajemos a Estocolmo, un libro me dijo una vez que ahí encontraría respuesta a este amor enfermizo.
Nos reencarnamos por Sabina
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Por ejemplo tus braguitas de encaje,
por ejemplo mis uñas, tu espalda,
por ejemplo volver de viaje,
por ejemplo quitarte la falda.
Por ejemplo te toca a ...
Hace 13 años.
1 comentarios:
:O me gusto mucho el cuento, quede como con un sabor a preguntas en mis labios, que pasaría después? ojalá ella de verdad logré encontrar las respuestas que llenen ese vacío que a veces deja el amoe de tan lindo que es! :)
Gracias por pasarte a nuesto blog! y como vez aun esta llenandose de palabras y ambientandosé para ser aun más agradable, por qe lo que es los autores de este blog! mmm.. aun no nos convence :P. Lindo tu blog. Cariños
Valentina.
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