sábado, 29 de noviembre de 2008



Qué puedo hacer yo, tan vulnerable a tu piel, inconcebiblemente adverso a mi imaginación abstrusa has tocado en un segundo el más recóndito lugar de mis respiros, yo sé que entiendes lo que mi corazón quiere decir cuando me miras así a los ojos, únicamente suave, eres sólo brisa y eres sólo ocaso, cuando enredados en un estúpido flagelo de incontinencia emocional nos separamos irrevocablemente, cálido y tan puro en la simpleza de un abrazo arrancamos del entorno incomprensible, faustos de latidos que corren a prisa. Como siempre es mi oído en tu pecho el que conoce el sentir de tu interior frágil, es así mi boca siempre la que se acerca a ti encantada y temerosa, para no concretar jamás el sí de amantes, para nunca confirmar el te amo que seguimos ocultando. A tus ojos, a los mios, a los de las luciérnagas que nos observan seguimos siendo un amor de risas, una mentira graciosa, se nos continúa desbordando el cariño y espero contenerlo antes que derrumbar las ilusiones del cielo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sólo un beso prolongado


Me inspirabas, me atraías a tu regazo tibio, intuías mi llegada y esperabas en la puerta con los brazos dispuestos, me embriagabas, de deseo constante y de ciego amor perpetuo, no eras nada más que puras caricias, no fuiste nunca algo más que suaves besos, inconsciente, pero despierto esperabas en la cama con la mirada ardiendo y las manos desatadas. Más nunca me hablabas de frente, en tu lenguaje abstruso jamás dijiste te quiero, acomodabas tu lengua en mi boca y por inercia o coraje la movías irresistiblemente, nunca para articular palabras. Te miro ahora, cuando el pasado es más claro, cuando las nubes emigraron al sur y disiparon tus torrentes de fuego. Ahí estabas de pie, junto a la puerta, parco y con el libido rebosante, en tu lacónico saludo con el cuerpo delirante, extasiado de ternura y envuelto en el silencio sepulcral que conocí después de irme.