sábado, 29 de noviembre de 2008



Qué puedo hacer yo, tan vulnerable a tu piel, inconcebiblemente adverso a mi imaginación abstrusa has tocado en un segundo el más recóndito lugar de mis respiros, yo sé que entiendes lo que mi corazón quiere decir cuando me miras así a los ojos, únicamente suave, eres sólo brisa y eres sólo ocaso, cuando enredados en un estúpido flagelo de incontinencia emocional nos separamos irrevocablemente, cálido y tan puro en la simpleza de un abrazo arrancamos del entorno incomprensible, faustos de latidos que corren a prisa. Como siempre es mi oído en tu pecho el que conoce el sentir de tu interior frágil, es así mi boca siempre la que se acerca a ti encantada y temerosa, para no concretar jamás el sí de amantes, para nunca confirmar el te amo que seguimos ocultando. A tus ojos, a los mios, a los de las luciérnagas que nos observan seguimos siendo un amor de risas, una mentira graciosa, se nos continúa desbordando el cariño y espero contenerlo antes que derrumbar las ilusiones del cielo.

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